El Motín de la Acordada

El Motín de La Acordada es como se conoce a una serie de disturbios que tuvieron lugar el 30 de noviembre de 1828, en las afueras de la Ciudad de México. El foco de los desórdenes se localizó cerca de la Cárcel de La Acordada. Posteriormente los disturbios se extendieron a otras zonas.

Antecedentes

Luego de la abdicación de Agustín de Iturbide como Emperador de México en 1823, y concluido el Primer Imperio Mexicano, el Congreso nombró a Guadalupe Victoria, Pedro Negrete y Nicolás Bravo como miembros de una Junta que se encargaría del poder ejecutivo. En 1824 se convocaron las primeras elecciones, en las que resultaría electo Guadalupe Victoria como presidente, quien ejerció este cargo hasta 1829.

Las elecciones federales de 1828 se llevaron a cabo entre 18 legislaturas que emitieron 36 votos, ejerciendo sufragio indirecto para elegir presidente. El resultado fue que 11 de ellas votaron por Manuel Gómez Pedraza, en tanto que 9 se pronunciaron por Vicente Guerrero. El tercer lugar le correspondió a Anastasio Bustamante. El resultado no fue aceptado por diversos sectores que apoyaban a Guerrero, entre los que se hallaba Antonio López de Santa Anna, que se declaró en rebelión en la Fortaleza de Perote.

Lorenzo de Zavala, reconocido partidario de Guerrero, opinaba sin embargo que debía reconocerse el triunfo de Gómez Pedraza. Pero fue perseguido por sus simpatías políticas, y tuvo que recurrir a la clandestinidad.

Protagonistas

En el levantamiento tuvo principal papel protagónico el comandante militar José María Lobato, además de Lorenzo de Zavala, Gobernador del Estado de México. Guadalupe Victoria, quien era en ese momento presidente de México, además de los candidatos presidenciales Manuel Gómez Pedraza y Vicente Guerrero.

Desarrollo de los acontecimientos

Un grupo de soldados rebeldes, partidarios de Vicente Guerrero, tomaron el control de la Cárcel de La Acordada, importante además por ser depósito de gran cantidad de armamento, municiones y pertrechos. Manuel de Flon y Santiago García lideraron la toma, en tanto que poco después se les unió José María Lobato.

Pronto surgieron discrepancias entre los militares que tomaron la cárcel, al punto de que Flon se retiró del sitio. La toma habría sido un fracaso si no hubiera sido por la llegada de Lorenzo de Zavala, que se presentó al sitio, según dijo, a petición de los rebeldes. Zavala gozaba de gran prestigio y respeto, por lo que fácilmente pudo hacerse cargo y dirigir una toma donde se podía resistir con facilidad.

La respuesta del gobierno de Guadalupe Victoria fue más bien lenta y tibia, no acorde con la gravedad de la situación. El mismo presidente electo Gómez Pedraza se lamentaría de la falta de celeridad de la respuesta, lo que permitió que los rebeldes se organizaran y hallaran un líder que no tuvieron en las primeras horas de la toma. Uno de los hechos que ocurrieron paralelamente a las escaramuzas con motivo de la toma de La Acordada, fue el saqueo del Parián, o mercado de artículos finos importados del Lejano Oriente.

Acontecimientos posteriores

El Motín de la Acordada representó el evento que mayor presión ejerció sobre el gobierno para negar el resultado electoral. Vicente Guerrero nunca se manifestó abiertamente en favor de la sedición, pero no condenó estas acciones. La revuelta duró tres días, durante los cuales se asedió al Congreso. Al final, Manuel Gómez Pedraza abandonó de manera sigilosa la Ciudad de México, con rumbo a Guadalajara, y luego al exilio en Francia. De forma inconstitucional, el Congreso desconoció a Gómez Pedraza y proclamó a Vicente Guerrero como presidente, y a Bustamante como vicepresidente.

Posteriormente Guerrero sería desconocido por Bustamante, que lo derrocaría y ordenaría su ejecución. Sólo en 1832, cerca del final del mandato que legalmente le correspondía, pudo Gómez Pedraza asumir la presidencia.



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